Jueves, 18 Abril 2019 - 2:45pm
Huaraz en Línea (Por Fray Héctor Herrera, o.p.).- Jn 20,1-9 nos presenta el sepulcro vacío, a Jesús no hay que buscarlo entre los muertos. María Magdalena, es la primera testigo del anuncio de la vida. Comienza por las personas excluidas, quienes sienten la muerte a cada instante.
Se lo comunica a Pedro y al otro discípulo. Corren al sepulcro, pasan de la oscuridad a la luz. Van comprendiendo que Él ha vuelto la vida. Sienten que está vivo. Juan entró “vio y creyó” (v.8) Esta es la experiencia que comunican a los demás. Este Jesús rechazado y muerto por las autoridades judías y romanas, ha vencido al poder del mal y todo lo que causa muerte y dolor. Él es “el Camino, la Verdad y la Vida que nos conduce al Padre” (Jn 14,8).
Jesús ha vencido a la muerte, a los que privan de la vida al inocente, a quienes no permiten que los pobres vivan una vida digna, a los que manipulan conciencias, dañan el espíritu y la moral de niños y jóvenes a través del abuso, el mal uso de las redes sociales. “Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá y quien vive y cree en mí, no morirá para siempre” (Jn 11,25).
Pedro proclamará a Jesús como el Señor de la vida: “Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado, a nosotros, que hemos comido y bebido con él…” (Hech 10,40-41).
Este es el núcleo central de nuestra fe cristiana: Jesús ha resucitado. “Si Cristo, no ha resucitado, es vana nuestra fe” (1 Cor. 15,14) Él nos llama a defender y proclamar la vida como don de Dios, como Él que dio la vida por su pueblo. Como Iglesia, estamos llamados a mejorar la calidad de vida, uniendo evangelio y vida, siendo esa levadura nueva con alegría, fe y esperanza. Juntos podemos mejorar la calidad de vida en forma integral.
Jesús es el Señor de la vida. Él nos invita a todas las comunidades cristianas a amar y defender la vida, ser sensibles y solidarios, cuando la vida está en peligro por la violencia criminal, inseguridad ciudadana, corrupción e indolencia para hacer reformas que necesita el país, las profundas desigualdades, porque hay un rechazo de Dios y un desprecio por la vida. El Resucitado a través del apóstol Pablo nos dice: “Busquen los bienes del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios…Porque ustedes están muertos y su vida está escondida con Cristo en Dios” (Col 3,1-3).
Alegrémonos, este el día del Señor: Sea nuestra alegría y nuestro gozo (Sal. 117). Vivamos el núcleo de nuestra fe. Jesús está vivo. Está en tu corazón para que experimentes la alegría de amar y servir a la vida en medio de tu comunidad. Seamos testigos de la vida. El Señor ha resucitado, quiere y ama la vida de todos sus hijos e hijas. Porque hay vida donde hay amor. Hay vida y esperanza, porque creemos como Jesús que todos estamos llamados a ser hijos de un mismo Padre, autor y creador de la vida. (Fr. Héctor Herrera, o.p.)
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