
Huaraz en Línea.- Cientos de pobladores visitaron el cementerio de Huaraz en el Día de Todos los Santos. El precio de las flores estuvo por las nubes y muchos aprovecharon del sábado para rendirle homenaje a sus seres queridos.
A primeras horas, los comerciantes de flores invadieron las calles de Huaraz e Independencia en el sector del puente Quillcay donde ofrecieron la variedad de rosas, margaritas, azucenas así como lluvias y jazmines.
Los precios como siempre, se elevaron exorbitantemente. De un sol el atado subió hasta cinco soles de manera inexplicable debido a la gran demanda de las personas que visitan el campo santo durante estas fechas.
A ello se suma el desorden y la falta de control en las cuadras cercanas al cementerio presbítero “Pedro Villón García”, morada final de los huaracinos quienes previamente llegan a Allajamanan donde de yergue la imagen de la Virgen Dolorosa en señal de duelo permanente.
Desde ese lugar la población sigue un recorrido ascendente de cerca de cinco cuadras cargando la caja mortuoria rumbo a su destino final donde descansarán los restos ya sea en el suelo o en los nichos construidos con este propósito, entre ellos los pabellones de Santa Ana y San Sebastián los que aún quedan espacio.
Una enorme puerta de metal color verde da la bienvenida a los visitantes. Al costado izquierdo se encuentra la capilla en donde se celebran las misas para los difuntos. Al lado derecho se encuentra una pequeña oficina de la administración del cementerio a cargo de los servidores de la Sociedad de Beneficencia Pública de Huaraz.
La avenida principal termina en una enorme cruz levantada en la década de los 90 lugar donde muchos dejan las ofrendas y los rezos con los responsos porque no hallaron la tumba de sus seres queridos.
En la parte superior izquierda de la denominada zona común se encuentra la gran fosa común con los restos de miles de huaracinos fallecidos el 31 de mayo de 1970 a consecuencia del terremoto.
Cuentan que el lugar fue cavado por los mineros de Santo Toribio solo a brazo partido y con ayuda de lampas y picos así como barretas donde finalmente llegaron camionadas de cadáveres arrojadas porque no fue posible su identificación tras la catástrofe.
Los que fueron identificados descansan en los diferentes pabellones, mayores y menores de edad así como parvulitos depositados en los nichos con epitafios sumamente desgarradores.
En torno al cementerio también florecen diversos negocios como la venta de lápidas, flores así como las comidas típicas si faltar el tradicional cuchicanca (chancho asado), el cuy o jacacashqui, la mazamorra de calabaza, los dulces picarones así como la llunca, entre otros potajes.
Los puestos de venta de las instituciones como el Rotary Club, el Hospital de Huaraz así como los incontables restaurantes y puestos de venta de productos alimenticios y bebidas.
Es costumbre el consumo de las tanta wawas. En el cementerio se encuentran además los aguateros, niños y jóvenes que pintan las lápidas, los responseros, los cantantes con arpa y violín para alegrar al difunto junto con la degustación del potaje que en vida era del agrado del difunto.
Las misas comunitarias de parte de los integrantes de la parroquia de Belén son también propios de estas fechas donde muchos de los familiares pagan una limosna a cambio de una misa de difuntos en diferentes horarios.
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