Huaraz en Línea.- En una entrevista publicada hoy a través del diario Correo el expresidente regional de Áncash, César Álvarez Aguilar, dijo estar preso por orden del presidente de la República, Ollanta Humala, a pesar de haberlo apoyado en su campaña política con miras al sillón presidencial.
Álvarez Aguilar ratifica su amistad con Martín Belaunde Lossio, quien fue el nexo para llegar hasta Humala. Además lo ayudó a "levantar" su imagen y no le cobró nada.
Según el exmandatario ancashino Humala le dio la espalda cuando empezó a reclamarle por centralizar los recursos de sus ministerios. Dice que durante una reunión con los presidentes regionales, él lo enfrentó .
En la entrevista también niega haber sido el autor intelectual del asesinato del exconsejo Ezequiel Nolasco; así como del crimen de José Sánchez Milla. Dice que en el primer caso dice que el sicario que mató a Nolasco fue torturado por la Policiía para que los inculpe y sobre la muerte de Sánchez precisa que era su amigo y no tenía motivos para mandarlo a asesinar.
A pesar que según las investigaciones hay razones para presumir que se enriqueció ilícitamente en el Gobierno Regional de Áncash, el expresidente regional afirma que no existen razones para que continúe en prisión. Dice que hasta el momento no se han encontrado evidencias concretas.
También señala que es mentira que haya pagado a fiscales, jueces y periodistas
A continuación le ofrecemos la publicación completa:
El expresidente del gobierno regional de Ancash, César Álvarez, tiene más recortes de periódicos que ropa en su celda del penal de Piedras Gordas, en Ancón.
Son mayormente notas de diarios de Lima y de Chimbote que informan sobre su caso y que él ha dividido en carpetas según el tema: asesinato, enriquecimiento ilícito, corrupción, asociación ilícita para delinquir, todos los delitos por los cuales es investigado en la Fiscalía y el Poder Judicial.
El 16 de mayo cumplirá un año preso, acusado de ser el autor intelectual del crimen del ex consejero regional de Ancash, Ezequiel Nolasco, en marzo del 2014. También tiene una orden de prisión preventiva por 18 meses por su presunta implicancia en el caso Centralita.
Ha perdido casi 30 kilos de peso. La ropa le baila. Lleva una camiseta de color verde y amarillo, un short caqui y sandalias de baño negras. Atrás quedaron los tiempos en que usaba ternos a medida, calzado italiano y relojes de oro, cuando era el todopoderoso presidente de la región más rica del país.
Su celda se encuentra ubicada en el área de prevención, que es la zona más segura dentro de esta cárcel de máxima seguridad. Álvarez comparte camarote con José Luis Roque Alejos, ‘Cholo Payet’, condenado por el homicidio del hincha aliancista Walter Oyarce. Otros compañeros de pabellón son el expresidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos, procesado por corrupción; David Sánchez Manrique, ‘Loco David’, igualmente sentenciado por el homicidio el crimen de Oyarce, y un viejo amigo, el exalcalde de la provincia del Santa, Luis Arroyo Rojas, quien ha recibido una condena de 15 años de prisión efectiva por el delito de colusión, en enero de este año.
Álvarez, de 47 años, está sentado sobre su cama, rodeado de los diarios que colecciona con aprehensión. Sobre un anaquel hay fotografías: de su esposa y sus hijos. También estampas de santos, una biblia y un rosario.
Un compañero de pabellón le anuncia que el almuerzo está listo. Hay ceviche y pollo a la brasa con papas fritas y arroz. Álvarez pide que le traigan la comida a su celda.
Es la primera vez que concede una entrevista periodística desde que fue apresado y lo hace en exclusiva para Correo Semanal. “Me trajeron aquí para que no hable, pero ya es hora”, dice.
LOS AMIGOS QUE PERDÍ
“Estoy preso por orden del presidente Ollanta Humala”, arguye Álvarez. “Humala ha olvidado que yo colaboré intensamente en la campaña política que lo llevó a Palacio de Gobierno. Lo apoyé con logística y con muchas cosas más. El nexo entre ambos fue mi amigo Martín Belaunde Lossio”, sostiene y agita las manos con desespero. Sus mejillas descolgadas tiemblan.
“A Martín Belaunde Lossio -prosigue Álvarez- lo conocí en el año 2006. Él viajó a Chimbote y me propuso candidatear a la presidencia regional de Áncash por el partido de Ollanta Humala. Quería que sea el candidato nacionalista. Ollanta lo envió para que me convenciera, pero no acepté y decidí postularme con mi movimiento independiente “Cuenta Conmigo”.
Según Álvarez, Belaunde Lossio volvió a buscarlo en el año 2010. “Me propuso apoyarme en mi campaña de reelección. Con su productora televisiva, él trazó un plan piloto para demostrar que era un buen publicista”, afirma.
Ya para entonces, Álvarez era acusado de fustigar a sus adversarios políticos, algunos de los cuales empezaron a ser asesinados sistemáticamente por sicarios. Las denuncias en su contra fueron archivadas o prescribieron por la evidente influencia que éste ejercía en la Fiscalía y el Poder Judicial, pero Álvarez pensaba que estas sindicaciones podían costarle la reelección.
Fue así como Belaunde Lossio montó una sucursal de su empresa Ilios Producciones en la calle Los Pinos 600, en Chimbote, para “apoyar” a Álvarez. Ese local es hoy conocido por las autoridades como “La Centralita”. El fiscal anticorrupción Laureano Añanca Chumbe sostiene que desde allí se investigó, vigiló e interceptó los teléfonos de los rivales políticos de Álvarez.
Por este caso, el Tercer Juzgado de Investigación Preparatoria de la Corte de Justicia del Santa dictó prisión preventiva contra el ex amigo de la pareja presidencial. Belaunde Lossio se encuentra refugiado en Santa Cruz, Bolivia.
Álvarez niega que en el local de Los Pinos 600, en Chimbote, haya funcionado una central de espionaje, pero afirma que el trabajo de Martín Belaunde Lossio fue tan bueno que “logró levantar mi imagen, con lo que pude ser reelegido como Presidente Regional de Áncash en el año 2011”.
“Belaunde Lossio estaba sumamente feliz. Quería llevar este plan piloto a otras regiones del país y convertirse así en el Luis Favre peruano”, cuenta Álvarez a Correo Semanal. “No me cobró nada, Era un apoyo por pura amistad. Además que coincidíamos en nuestra ideología progresista”.
“Posteriormente, cuando Humala salió electo Presidente -continúa Álvarez- Belaunde Lossio siguió visitándome. Y no solo a mí, sino también a otros Presidentes Regionales. Soy testigo que hablaba con Humala todo el tiempo. Él era el nexo (de Palacio de Gobierno) con las regiones. Era el hombre que venía a nuestras regiones, buscaba apoyo y coordinaba con Ollanta. Que pena que ahora lo han abandonado”, refiere el expresidente regional de Áncash.
ASESINATOS Y CORRUPCIÓN. Le traen el ceviche y el pollo a la brasa con papas fritas. César Álvarez deja los taper sobre un estante. Algunas moscas revolotean por la comida.
“Yo he viajado con Humala en avión. He ido a Palacio de Gobierno. He conocido a Nadine Heredia -recuerda Álvarez- Pero me queda claro que el Presidente me bajó el dedo cuando empecé a reclamarle por centralizar los recursos de sus Ministerios. El 24 de enero del 2013, durante una reunión con los presidentes regionales, yo lo enfrenté. Le dije que el Ministerio de Vivienda direccionaba las licitaciones en las alcaldías del departamento de Áncash. Él me amenazó y me dijo que me metería al cuartel”, sostiene.
-Pero usted está preso por el asesinato de Nolasco, señor Álvarez.
-Yo no mandé matarlo. No me convenía porque me culparían a mí.
-Anteriormente ya había atentado contra él.
-La Sala Suprema del doctor César San Martín me ha exculpado después de cuatro años de investigaciones, pero eso no lo publica ni lo dice nadie.
-El sicario que mató a balazos a Nolasco testificó que usted fue el hombre que iba a pagarle por el crimen de quien fue su más duro rival político.
-El sicario ha expresado reiteradas veces ante el juez del caso que él fue torturado en la Policía para que declare contra mi persona. El 9 de abril pasado se visualizó el vídeo del atentado. Negó que yo esté involucrado en el caso.
-Entonces, según usted, ¿quién ordenó eliminar a Nolasco?
-No lo sé. Eso se tiene que investigar.
-Hay antecedentes que lo inculpan. El crimen del funcionario del gobierno regional de Áncash, José Sánchez Milla, en el 2010, es uno de ellos.
-Sánchez Milla era mi amigo. ¿Por qué habría de mandarlo a matar? Además la Policía elaboró un informe donde concluye que fue un intento de asalto.
Según Álvarez, no existen razones para que continúe en prisión. Diversas investigaciones apuntaron a que se enriqueció ilícitamente en el Gobierno Regional de Áncash, pero según Álvarez hasta el momento no se han encontrado evidencias concretas que así lo establezcan. “Es falso”, dice.
“También es mentira que haya pagado a fiscales, jueces y periodistas. Es cierto que he visitado al exfiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia, cuando era titular de la Fiscalía de Control Interno, pero nada más. También es verdad que he apoyado con logística a mi amigo, el congresista Heriberto Benítez. Eso no significa nada. A (Rodolfo) Orellana ni lo conocí.”, señala Álvarez, estrujando un diario que lo llama “la Bestia”, la chapa que, según dice, le puso el exministro aprista Rómulo León Alegría, el de los “petroaudios”.
Álvarez reitera que las autoridades no han encontrado dinero en sus cuentas, pero hay gente que cree que posee millones ocultos. La semana pasada, el director de Piedras Gordas le comunicó que existiría un plan al interior de dicha cárcel que apuntaría un presunto secuestro de algunos de sus hijos. Es por eso que ellos ya no lo visitan, se lamenta el recluso. La voz se le quiebra.
“Llevo casi un año acá. Todos piensan que soy un asesino, un ladrón, un corrupto”, se queja. “Ni mis propios compañeros de prisión me creen”.
Afuera, en el pasadizo, el bullicio ha cesado.
El almuerzo acabó y algunos presos se tienden panza arriba en el patio de la prisión a matar el tiempo, que es lo único que pueden hacer en esta cárcel de paredes de concreto armado. Álvarez permanece en su celda leyendo periódicos.
El narcotraficante chimbotano, José Mendiola Salgado, del llamado cártel de “Los Norteños”, y condenado a cadena perpetua, está de pie frente a la reja de custodia del pabellón de prevención, solo. Su cabello cano, sus ojos saltones y su ropa impecablemente blanca le dan un aspecto fantasmagórico.
De pronto, Álvarez, sale de su celda y lo aborda con el recorte de un diario entre manos. Le muestra un titular en el cual un sacerdote chimbotano habla de que se estaría cometiendo un supuesto exceso en su contra. “¿Ves?”, le dice.
Mendiola lo mira con rostro espectral y le responde con sarcasmo: “Bueno, César, ahora dime la verdad: ¿cuánto le has pagado a ese cura para que diga eso?”.
Álvarez se queda mudo, vuelve sobre sus pasos y se encierra en su celda. (Diario Correo)
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