Huaraz en Línea.- (Por Edgar Palma Huerta) A 45 años del más devastador terremoto ocurrido en Huaraz y los pueblos de Ancash, muchos recuerdan, como si fuera ayer, la mayor tragedia con la muerte de sus padres, hijos y hermanos así como una gran destrucción que marcó el fin de una época y frustró el avance intelectual y cultural de un pueblo en franco crecimiento pero con una influencia campesina e identidad andina.
En más de cuatro décadas la nueva ciudad fue surgiendo como ave fénix para resurgir de las cenizas pero junto a ella sus problemas de habilitabilidad.
Aún ahora cuando se hacen trabajos de cambio de la rede de tubería de agua y desagüe se pueden encontrar las instalaciones antiguas como una muestra de que la ciudad está cambiando y creciendo de una manera casi desordenada.
LOS TESTIGOS DE LA TRAGEDIA
Existen un sin número de testimonios sobre esta hecatombe, algunos mucho más desgarradores que otros. Pero en medio de esa gran desgracia no están quienes tal vez por desidia u omisión no tomaron las decisiones ni mucho menos planificaron el crecimiento de una ciudad como Huaraz.
Con el aluvión del 13 de diciembre de 1941 la división entre Restauración e Independencia se hizo más notoria. El aluvión marcó su propia trayectoria dejando una gran mortandad. Muchos de los conocidos huaracinos y sus familias emigraron hacia otros puntos del país y el extranjero.
Los que se asentaron en las zonas del cono aluviónico vinieron de las zonas aledañas a Huaraz y empezaron a poblar una zona en medio de grandes peñas y rocas aluviónicas.
Hoy una de esas casas es la del conocido periodista Eleazar Durán cuyo padre, en forma visionaria recuperó las piedras convertidos en enormes lajas para levantar la base de su vivienda el cual se encuentra como mudo testigo entre la avenida Raimondi y el jirón Comercio.
El sismo del 31 de mayo trajo una nueva oleada de pobladores y los sobrevivientes procedieron a conformar el comité de damnificados del terremoto encabezados por Alejandro Collas Paúcar, padre del abogado Yehude Collas.
Los trabajos para la reconstrucción se iniciaron durante la junta militar primero con Juan Veslasco Alvarado y posteriormente con Francisco Morales Bermudez. Esta labor no respeto la cosmovisión andina de los habitantes quienes se sienten extraños en su propia tierra porque la nueva ciudad se erigió con modelos totalmente ajenos y exóticos a la ciudad antes del terremoto.
Aparecen personajes prominentes de la talla de Colomba Ghiglino a través del apoyo de la Cruz Roja, algunos militares y diverso grupos de profesionales entre ingenieros y arquitectos para trazar lo que hoy es la nueva ciudad de Huaraz.
Aparecen las casas de interés social. La sede regional de Cryrsa y Ordeza, Ordenor Centro sientan las bases para una reconstrucción.
Los módulos básicos para los damnificados empieza a poblar parte de la zona sur básicamente el barrio de Villón Alto es uno de los pocos modelos de orden al trazar sus calles anchas y delineadas con todos los espacios necesarios para su crecimiento y posterior desarrollo. Hoy otras zonas como Villón Bajo, Pedregal Medio se encuentran tugurizadas y desordenadas.
Entre las recomendaciones técnicas dadas por el naciente Sistema Nacional de Defensa Civil, cuyo nacimiento tuvo lugar luego de la tragedia en los pueblos del Callejón de Huaylas, se determinó la construcción de viviendas sólo de dos pisos debido a los problemas de inestabilidad y sobre todo la presencia de una napa freática gracias a los oconales y humedales rodeando a Huaraz.
LAS VÍCTIMAS DEL TERREMOTO DEL 70
A decir del encargado de cementerio Presbítero “Pedro García Villón” de Huaraz, Pablo Atusparia, tras el terremoto del 31 de mayo, una cuadrilla de obreros de la mina Santo Toribio abrieron un boquete de aproximadamente seis metros de profundidad en una extensión de una lote de 100 metros cuadrados.
En este lugar se descargaron una veintena de volquetadas con los cadáveres de las personas fallecidas cuyos cuerpos no fueron identificados debido a que muchos quedaron mutilados y otros irreconocibles debido al avanzado proceso de descomposición al haber fallecido sepultados por montículos de adobe, tierra y piedras.
En esa fosa común deben existir al menos 2000 cadáveres de los sesenta mil que aproximadamente fallecieron sólo en Huaraz, nos comenta nuestro informante.
Seguidamente, agrega que muchos de las personas y familiares que identificaron a sus familiares víctimas del terremoto se encuentran enterrados en el pabellón que lleva el nombre de 31 de Mayo de 1970.
EL PROBLEMA DE UNA NUEVA CIUDAD
Un problema generacional aún irresuelto es el crecimiento y la identidad de la nueva ciudad. Para Francisco Gonzáles, reconocido historiador y literato Huaraz era una ciudad sin rostro mientras otros postulan optimistamente que se trata de una ciudad en franca transformación.
Para muchos Huaraz y los huarasinos se acabaron con el sismo, un concepto bastante pesimista acerca del significado de una tragedia.
Sin embargo hoy la ciudad alberga a sus hijos de padres procedentes de las provincias aledañas como Recuay, Aija, Huaylas, Carhuaz, Yungay y otros pueblos. De igual modo, existen familias cuyos padres vinieron para los trabajos de reconstrucción de Trujillo, Lima y otras partes del país sobre los cuales se asentaron las nuevas generaciones.
Hoy en día Huaraz ya no es la ciudad con sus cinco barrios tradicionales como Belén, La Soledad, Nicrupampa, Huarupampa y Centenario sino una ciudad con la proliferación de asentamientos humanos como Shancayán, Los Olivos, Chalhua, Villasol, Piedras Azules.
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