De un modelo extractivo-mercantil y primario exportador a una bioeconomía diversificada y sostenible

Miércoles, 8 Enero 2020 - 1:15pm

Huaraz en Línea.- En un mundo  donde todo se mueve, empezando por la economía, la política, la geopolítica, la cultura y las comunicaciones en función y de acuerdo a los intereses  hegemónicos, es imposible hacer un balance regional de la Amazonía Peruana del año 2019 y las perspectivas del año 2020 sin tomar en cuenta  esos intereses multinacionales y sus impactos en la realidad global. Incluyendo lógicamente la Amazonía.

El escenario internacional en el año 2019 ha sido definido básicamente por dos fenómenos o procesos, entre otros. El primero de ellos la gran rebelión de pueblos y sociedades tanto en América Latina como en Europa y el resto del planeta, como expresión del profundo malestar que ocasiona la concentración obscena de la riqueza y cuya consecuencia es la mayor pobreza y desigualdad de las sociedades humanas del siglo XXI.

Chile, considerado el oasis y el mayor ejemplo del éxito del neoliberalismo, explotó y millones de chilenos hastiados de la corrupción y la ostentación de la riqueza mal habida obligaron a los guardianes y beneficiarios del sistema a cambios y modificaciones. 

Uno de los mayores logros de esta gran rebelión social serán las elecciones del 26 de abril del 2020 para derogar la constitución de Pinochet (1973-1990), el origen jurídico y político de la concentración de la riqueza y de la injusticia, como es la Constitución fujimorista de 1993, la llave maestra de la corrupción y la captura del Estado por los poderes fácticos en el Perú.

La otra rebelión social está ocurriendo en Francia, donde una caudalosa movilización social que se inició el 2018 con “los chalecos amarillos”, a la que se han sumado otros sectores sociales, ha puesto en aprietos al gobierno de Emmanuel Macron, quién pretende una reforma del seguro social y jubilación que atenta contra los derechos de los trabajadores en favor del empresariado y del modelo  neoliberal.

El segundo proceso está relacionado con el estancamiento económico a nivel global. De acuerdo a los economistas internacionales hay recesión en el terreno mercantil, pobre crecimiento, incremento de la deuda corporativa y también de los consumidores. Las  cifras hablan al respecto con contundencia: el crecimiento de EEUU en el último trimestre de 2019 ha sido de un mediocre 2.1 por ciento; Canadá solo alcanzó el 1.7 por ciento; Japón no pasó el 1.5 por ciento y toda la Unión Europea apenas tocó el pobre porcentaje de 1.2 por ciento.

De acuerdo al Banco Mundial (BM), la China y la India, las dos potencias asiáticas, tendrán su peor crecimiento en 30 años. Las predicciones del BM estiman que el promedio de crecimiento de la economía mundial  se estancará en el 2.5 por ciento.

Frente a este débil crecimiento, las deudas de las corporaciones alcanzan cifras estratosféricas: 8 billones de dólares, un 50  por ciento superior al período de recuperación del 2011. En suma, si a este estancamiento de la economía mundial le agregamos los efectos devastadores del cambio climático y el fracaso de la COP 25, estamos de cara a un escenario de nuevas rebeliones sociales y políticas, a otra crisis del sistema capitalista que tendrá repercusiones de profundidad sísmica en la Amazonía.

La Amazonía en el año 2019

La cuenca amazónica fue noticia mundial en el año 2019. Más de 72 mil incendios arrasaron y convirtieron en cenizas más de 1 millón de hectáreas de bosques solo en Brasil. En Bolivia, en la región de la Chiquitanía, se convirtieron en humo centenares de  miles de hectáreas de bosques.

El agro y la ganadería representan el 25 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de Brasil, pero a un costo ambiental incalculable e invalorable. La producción ganadera fue de 206 millones de cabezas de ganado vacuno en el año 2019, mientras que la soya alcanzó en el mismo año 110 millones de toneladas. Brasil es el mayor productor mundial de carne y soya.

Para alcanzar esos volúmenes de producción se tuvieron que talar 35 millones de hectáreas de bosques para sembrar soya y tumbar 206 millones de hectáreas de bosque para criar las 206 millones de cabezas de ganado, porque se trata de un modelo de ganadería extensiva.

Toda la cadena biótica es severamente afectada por el extractivismo primario exportador. Un informe de una institución científica señala que en cuatro estados del Brasil, dedicados a la siembra de monocultivos y a la crianza de ganado vacuno, han muerto 500 millones de abejas por el uso del insecticida FINOPRIL, prohibido en toda Europa y considerado cancerígeno por la Agencia de Protección Ambiental de EEUU.

Para la Sociedad Geográfica de Londres y el Instituto Earth Watch, la abeja es la especie más importante del mundo. Más del 75 por ciento de los cultivos para la alimentación humana dependen de las abejas que polinizan las plantas. Las abejas son las principales conservadoras de la biodiversidad. La desaparición de 500 millones de abejas es un golpe de muerte a la biodiversidad amazónica.

Pero Brasil no solo produce soya y ganado. También palma aceitera, caña de azúcar, café y otros cultivos, la mayoría de ellos en la Amazonía. A todo esto hay que sumar las decenas y centenares de proyectos mineros e hidroeléctricos que modifican radicalmente los ecosistemas fluviales y el sistema de vida rural y principalmente indígena. Uno de esos proyectos es Bello Monte que ha provocado un verdadero desastre en toda la cuenca del río Tapajós y en los pueblos indígenas que habitan esa región desde hace siglos.(Por: Róger Rumrrill – Otra Mirada)

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