Huaraz en Línea (Entrevistas- La República).- Modesto Julca llegó el sábado por la mañana procedente de Chimbote. Fue testigo de primera mano del ambiente que se vivía en la ciudad en medio del operativo que terminó con la detención del presidente regional, César Álvarez, y de los demás integrantes de una presunta red mafiosa.
Julca fue uno de los que, en solitario, y desde hace por lo menos dos años, empezó a alertar sobre lo que se vivía en Áncash. "Se instaló una organización que pretendía emular a Alberto Fujimori", declara en la siguiente entrevista. Además, apunta a su colega parlamentario, Heriberto Benítez (Solidaridad Nacional) como uno de los cómplices de Álvarez. "Es su operador y su abogado. Tiene mucho que explicar", señala.
Usted acaba de regresar de Áncash y ha estado presente mientras se llevaba a cabo el operativo que terminó en la detención, entre otros, del presidente regional César Álvarez. ¿Qué ambiente diría que hay actualmente por allá?
El de ahora es un ambiente de tranquilidad, con la gente reaccionando de una manera positiva. En los últimos años hubo una situación muy angustiante, desesperante, por la situación conocida de abuso, corrupción autoritarismo…
Sin embargo, Álvarez mantenía una aprobación importante.
Tenía un manejo mediático, que es algo distinto. Los ancashinos vivían en medio de la angustia, porque se conocía a lo que se podía llegar en Áncash, con los asesinatos políticos, tal como hemos visto. Todo el que se oponía o protestaba era inmediatamente amenazado, chantajeado. Ese era el común denominador. Esto ya venía desde hace unos siete años…
Desde el inicio de la gestión de Álvarez.
Prácticamente desde el inicio, aunque todo salta recién en el 2010. Yo conocí a Álvarez en el 2006.
Cuando fueron rivales en las elecciones regionales.
Exacto, fuimos oponentes. Pero como le decía, en el 2010 saltó todo esto a raíz del asesinato de José Sánchez Milla (ex vicepresidente regional) y del primer atentado contra Ezequiel Nolasco, cuando él sobrevive pero su hijo muere. Entonces todo se hizo más público y es cuando viene la avalancha de denuncias. Antes todo era oculto. No se notaba lo que ellos hacían, no había indicios. Cuando se destapa la olla, cuando la sensación de abierta corrupción e impunidad se generaliza entre la población, es que empiezan con las investigaciones. Antes no se había hecho nada.
Y se formó una comisión investigadora.
Se propuso su creación en el 2012. Fue todo un parto porque habiendo sido aprobada previamente en la Comisión de Fiscalización, a la hora de tener que ser confirmada en el Pleno Heriberto Benítez presentó una reconsideración, que fue apoyada por 54 congresistas. Ojo: con 66 votos se tumbaban la comisión…
Estuvieron cerca.
Yo diría que muy cerca. Y ese fue el primer gran indicio del manto de impunidad que hemos visto en Áncash. No solamente era en el Congreso, desde luego. Ni en el Poder Judicial, ni en la Fiscalía se investigaba. Eso yo lo advertí en su momento.
¿Pero esa primera comisión pudo hacer un buen trabajo?
Mire, yo era el vicepresidente y Martín Belaunde, de Solidaridad Nacional, el presidente. Yo propuse audiencias en Huaraz y Chimbote, las cuales nunca se dieron. Propuse también que se invitara a los denunciantes. Solamente una vez el congresista Belaunde aceptó que se presentara Ezequiel Nolasco, quien pudo relatar, con lujo de detalles, todo lo que ocurría: la extorsión, el chantaje, las muertes. Pidió ayuda.
Esa comisión es la que preparó el informe que terminó archivándose. Tampoco es que haya sido un informe concluyente, a decir verdad.
Ojo que era un informe preliminar, y el día en que se iba a debatir recuerdo que Heriberto Benítez invitó a César Álvarez, a quien ya se le había pedido su testimonio. Y en media hora hizo todos sus descargos. El informe terminó archivándose, como usted ya sabe, con seis votos, entre ellos los de Aguinaga, Iberico, Canches, Rodríguez. Es más, se votó en frente del propio Álvarez, algo completamente irregular. Un blindaje, ¿no? Hubo lentitud, pasividad…
¿Diría que también complicidad?
Si me pregunta por complicidad, hay un nombre propio: el señor Heriberto Benítez, el operador y abogado de Álvarez.
¿Y el congresista Víctor Crisólogo? A él suele relacionársele como un cercano de Álvarez.
Él es uno que apoya todo lo que Benítez o Álvarez hacen, pero no lleva una voz propia. Su perfil es más bajo, es un operador más pasivo.
¿Cree que hay alguna relación más allá de lo estrictamente político entre Benítez y Álvarez?
Hay indicios. Por algún motivo, Benítez sigue insistiendo en la inocencia de Álvarez, a pesar de que ya fue detenido. Es su acérrimo defensor y, creo, hay que investigarse por qué es así, por qué ha dicho que pondría sus manos al fuego por él.
El Congreso tiene la oportunidad de lavarse el rostro.
Por eso se promovió la creación de la comisión multipartidaria de Mesías Guevara. Y algunos se preguntarán, ¿y por qué no lo investiga directamente la Comisión de Fiscalización? ¿Sabe por qué? Porque no ofrece la confianza necesaria. Esa es una comisión que la ha estado manejando la bancada de Solidaridad Nacional, a la que pertenece el propio Benítez. Claro, hay otras instituciones que están investigando aparte del Congreso, como la Contraloría que está indagando sobre la sobrevaloración de las obras, o la Unidad de Inteligencia Financiera, que ve lo relacionado con lavado de activos. Áncash es, en realidad, una serie de aristas que conforman…
¿Un sistema?
Eso es, en Áncash se impuso un sistema mafioso, liderado por el propio Álvarez, con sus ramificaciones y tentáculos, con sus operadores internos que manejaban la región, como el gerente general Hernán Molina, o los que manejaban los sindicatos que, en la práctica, se convirtieron en las portátiles de Álvarez y que amenazaban como querían.
Con consejeros regionales que no hacían su trabajo de fiscalización.
Ese es un tema aparte. Por cierto, yo no sé de ningún consejero que haya intentado alguna investigación a Álvarez, porque o los convencía o los compraba, así como se compraba a los periodistas. Esta mafia, encima, tenía todo un sistema para evitar ser investigada. Esos largos tentáculos llegaban a Lima. Por eso yo mismo denuncié al ex Fiscal de la Nación, José Peláez.
¿La Fiscalía cerró los ojos?
No solamente cerró los ojos. A raíz de las denuncias sobre la ya famosa ‘centralita’, denuncié a Peláez por no investigar. Y al nuevo Fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia, lo denuncié por lo mismo: por inacción. Lo que ha habido (en la Fiscalía) es inacción y también abuso de autoridad, porque se removía a los fiscales que se atrevían a investigar. Eso, en la práctica, es una suerte de complicidad. Hay que tener en cuenta que esta red mafiosa no se limitaría a Áncash. Se dice que llegaría a niveles que ya tienen que ver con el lavado de activos. Algunos incluso hablan de narcotráfico. En esta red se ha incluido a Rodolfo Orellana, un personaje que está siendo investigado por lavado de activos desde hace algunos años.
Veo que ha traído consigo prensa de la región. Un aspecto menos difundido es el notable apoyo mediático para Álvarez.
Durante años el 80% de los medios mantenían una línea de ataque contra los críticos de la gestión Álvarez. Y, claro, al mismo tiempo a este último lo ensalzaban, lo alababan. Si se pone a pensar, es parecido a lo de Alberto Fujimori, ¿no?
¿Álvarez es como un émulo de Fujimori?
Efectivamente, en Áncash se instaló una mafia que pretendía emular a Fujimori. Mire la ‘centralita’, un pequeño Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), con la prensa comprada, por añadidura. Hay hasta cinco periodistas involucrados en las investigaciones, que tenían una relación directa con Álvarez y que, según informaciones, cada fin de mes cobraban. No lo digo yo. ¿Y de dónde salía ese dinero? Se cree que en la centralita se pagaba a todos: a periodistas, jueces, fiscales y policías.
Álvarez insiste en negar cualquier participación en el asesinato de Nolasco, y de los demás, como Sánchez Milla.
Ya se sabe que son crímenes políticos, que se perpetraban para mantener a la mafia.
Pero Álvarez, para defenderse, sostiene que el asesinato de Nolasco ni siquiera le convenía porque le ha traído muchos problemas.
Esa es una posible lectura, efectivamente. Pero debe recordarse que el asesinato de Nolasco no es algo que haya ideado hace dos o tres meses. ¿Y el intento fallido del 2010? Todo viene desde años atrás, justamente cuando Nolasco empezó a hacerse más conocido, a ganar más notoriedad. Antes nadie hablaba, todos eran mudos por el temor terrible que existía. Luego empezó a generarse una corriente contra la impunidad. En el 2013 hubo una marcha en contra de la corrupción, la primera, y en esas circunstancias es que Nolasco empezó a sentirse nuevamente amenazado. Yo tengo la sensación de que la mafia pensó que no pasaría nada.
¿Qué el asesinato de Nolasco podría ser manejado sin mayor problema?
Exactamente. Seguramente los miembros de la mafia pensaron que no iba a pasarles nada. Pecaron de soberbia, creyeron que nunca los investigarían. Álvarez subestimó a muchos de nosotros. Ojo que hay denuncias en contra de policías, porque ese manto de la impunidad llegaba a todos los estamentos. Por esa razón, Álvarez siempre se sentía seguro de todo.
Probablemente, los responsables subestimaron la figura de alguien como Fiorella Nolasco, que se convirtió en la imagen de una resistencia civil, ciudadana.
De acuerdo, sobre todo la subestimaron a ella. Su papel, la verdad, ha sido clave. Antes se denunciaba todo, y ya ve usted. A mí me amenazaban, ¿y a quién le interesaba? Hasta me suspendieron en el Congreso, no por una falta, si no por promover todas estas investigaciones.
A usted lo suspendieron por nepotismo.
Pero eso es algo que nunca se probó, y me suspendieron por 120 días cuando inicialmente era por 30. Yo lo dije públicamente: me sancionaron porque denunciaba a la corrupción y porque esa mafia llegaba a todos lados. En la votación en contra mía se juntaron todas las bancadas.
¿Sigue negando que haya incurrido en nepotismo? Existe el informe de la Comisión de Ética.
Yo presenté una acción de amparo contra esa sanción, porque la considero indebida. Yo nunca recomendé la contratación de nadie. Y a mí se suspendieron por la palabra de un congresista, Martín Belaúnde.
Bueno, ahora que sus denuncias contra Álvarez han encontrado oídos atentos, sentirá que se está jugando una revancha.
No es una revancha…
¿Una reivindicación?
Bueno, aunque ese no es mi objetivo final.
Se ha tratado de vincular al gobierno de Ollanta Humala con Álvarez. ¿Qué piensa de ello?
El presidente Humala ha deslindado tener relación con Álvarez. Las acciones del Ejecutivo demostrarán si existe o no una relación. Lo que se ve ahora es un operativo que ha conducido a las capturas que conocemos. Ojalá que esa decisión continúe en el tiempo, y con operativos permanentes. Y ojalá que se sancione a todos los responsables. Esto va más allá de Álvarez. Áncash reclama que se termine con la impunidad, que se rompa con este sistema corrupto aliado del crimen organizado.
“Tuve que suspender los viajes a Chimbote por las amenazas”
¿Cuántas veces se reunió con Ezequiel Nolasco?
Unas quince, aproximadamente.
Y la última oportunidad, ¿cuándo fue?
Como unos 10 días antes de que lo asesinaran.
¿Y cómo lo notó en esa conversación?
Muy preocupado. Ya tenía la sensación, permanente, de que algo podía pasarle. Nos aconsejamos mutuamente. Él tenía seguridad en Chimbote, pero no cuando salía de ahí. Es algo que debió verse.
¿Y usted ha sido amenazado?
Desde hace año y medio me hacen seguimientos, en Lima, en Huaraz. Me han enviado emisarios, para que ya no me meta. Y por teléfono, una vez me llamaron y me dijeron: “Deja el tema, o te mueres”. Recuerdo que una vez un confidente de la mafia me advirtió que ya habían contratado a un sicario para matarme. Yo ando ahora con seguridad permanente.
¿Cuántos agentes lo vigilan?
Dos en Lima y cuatro en provincias.
¿Alguna vez ha sentido miedo por viajar a Áncash?
Por supuesto, si hasta tuve que suspender algunos viajes. Durante tres o cuatro meses evité Chimbote, justamente por las amenazas.
Áncash es una región que recibe grandes recursos económicos. La realidad debería ser otra muy diferente.
Áncash ha recibido, en los últimos años, cerca de 4 mil millones de soles. Y si uno va por allá, verá que continúa la pobreza, la desnutrición, que no hay obras de envergadura. Y las que hay presentan problemas por sobrevaloración o por una ejecución deficiente.
Me dijo que usted fue rival electoral de Álvarez en el 2006. ¿Percibió algo que le haya hecho pensar entonces en todo lo que vendría con los años?
No, la verdad que no. A veces el entorno termina cambiando a las personas que llegan al poder, ¿no es cierto? (Entrevista Enrique Patriau- La República)
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