Huaraz en Línea. - Cuando Javier Castillo Yarlequé tenía 17 años, su padre enfermó y la situación económica de su familia empeoró. El talento, que estaba a semanas de terminar su educación secundaria, no tenía los ingresos necesarios para ayudar en el tratamiento médico de su papá y cubrir los gastos básicos de su familia. Así que cuando unos amigos le informaron sobre los beneficios que obtendría si realizaba su servicio militar voluntario, no dudó en inscribirse al Ejército. En ese momento, no imaginó que, tras egresar de la institución, tendría la oportunidad de postular y ganar una beca del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación.
El talento acaba de graduarse como ingeniero ambiental en la Universidad Peruana Unión de Tarapoto, un premio a su esfuerzo y perseverancia. “Por necesidad, empecé a vender leche de cabra de manera ambulatoria, pastoreaba a las ovejas de mis vecinos y ayudaba a mi mama María a vender tamales en la vía pública. Poníamos mucho esfuerzo y sacrificio para ganar dinero, pero siempre había déficit. Hubo días en que no teníamos nada para comer, pero nos manteníamos unidos y siempre salíamos adelante”, recuerda Javier, natal de Puno. Pese a que tuvo que empezar a trabajar desde los 7 años por falta de recursos económicos, no dejó de ser un buen estudiante en su colegio.
La oportunidad de su vida
“A los pocos días de culminar mi servicio militar voluntario, dos oficiales del cuartel nos reunieron e informaron que teníamos la posibilidad de postular a Beca 18 del Pronabec, en la modalidad Fuerzas Armadas. Rápidamente advertí que se trataba de una oportunidad académica que necesitaba para cambiar radicalmente mi vida. Me entusiasmó también que la postulación sea gratuita”, cuenta Javier. Cabe recordar que esta modalidad de Beca 18 está dirigida a licenciados del Servicio Militar Voluntario.
El talento reunió todos los documentos que necesitaba y se inscribió en la plataforma virtual del programa estatal. “Me presenté a la prueba de rendimiento académico confiado, pero consciente de que enfrentaba una gran competencia. Al final alcancé una vacante. La felicidad fue indescriptible. Mis padres no lo podían creer. Tres semanas después, ingrese a la Facultad de Ingeniería Ambiental, en la Universidad Peruana Unión de Tarapoto. Sentí que ya estaba encaminado para alcanzar una de las metas más importantes de mi vida: convertirme en un Ingeniero Ambiental”, recuerda el talento de 28 años.
Javier asegura que todas las pruebas que enfrentó en su niñez y adolescencia lo hicieron madurar a temprana edad, pero nunca se amilanó; por el contrario, siguió persistiendo en hacer realidad sus sueños.
Ahora, como profesional, tiene entre sus prioridades ayudar a reducir la contaminación ambiental, prevenir la destrucción de las reservas naturales, colaborar en el autoabastecimiento de un abono orgánico para los agricultores de su región, crear su propia empresa y trabajar arduamente para contribuir en la construcción de una planta de tratamiento de agua potable a favor de la población puneña.
“Tengo la seguridad de que mi perseverancia y dedicación a mis estudios me han permitido alcanzar mis metas. Pero esto no hubiera sido posible si no aprovechaba la oportunidad de vida que me dio Pronabec. Mi agradecimiento a esta institución será eterno. Me brindaron el acompañamiento que necesitaba para terminar exitosamente mis estudios universitarios, al igual que al resto de becarios”, destaca.
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