Martes, 21 Mayo 2019 - 12:15pm
Huaraz en Línea.- La entrevista a Susana Villarán del sábado 11 de mayo y la grabación que el propio Gabriel Prado hizo de la conversación de Susana, José Miguel Castro y él, me ha generado una tremenda desazón. No es que sea una sorpresa lo declarado y grabado respecto al dinero de Odebrecht y OAS. Lo sabíamos, pero pasa lo mismo cuando sabemos que un familiar o amigo cuya muerte es inevitable y nos preparamos para ello, pero cuando sucede lo inevitable, el dolor es inmenso.
Yo no quiero lanzar juicios morales o éticos sobre lo acontecido, pero lo que ha pasado es devastador. Ahora ya no quepa la menor duda que la clase política de la derecha y de la izquierda – a la que pertenezco -, y este régimen político que se intentó construir luego de la caída de la dictadura de Fujimori, están liquidados, y que sólo será posible una regeneración moral y política del país sobre las cenizas de este viejo régimen y de la clase política que intentó perpetuarla.
Los revolucionarios franceses que estuvieron decididos a construir una nueva sociedad estaban convencidos que nada del Antiguo Régimen debía quedar en pie. Y así lo hicieron. Claro que no invoco al surgimiento de un Robespierre o a jacobinos dispuestos a todo. Pero si creo que es muy necesario que este largo y convulso proceso político post Fujimori quede definitivamente liquidado.
A propósito de liquidar el Antiguo Régimen, como lo hicieron los revolucionarios franceses. ¿Qué hacer? Una salida es encontrar políticos justos y honestos, lo cual ya es revolucionario. Pero ¿los habrá?
Ya que la congresista Arimborgo mencionó a Sodoma y Gomorra, recordemos que ese pasaje bíblico es muy ilustrativo: Abraham le pidió a Yahvé que no destruya a esas ciudades. Yahvé le dijo a Abraham que encontrara cincuenta justos y si los encuentra, entonces no los castigará. Abraham no encontró a nadie. Yahvé le hizo una “rebajaza”: consigue, aunque sea, cinco justos. Tampoco los encontró.
¿Encontraremos nosotros cinco justos? ¿Habrá?
Haciendo un balance resumen un poco más serio del proceso político, quizá el daño devastador que hizo la dupla Fujimori – Montesinos en la década del noventa fue la destrucción del Ciudadano, entiendo por ciudadano, como lo definían los revolucionarios franceses, como el poseedor de los derechos civiles, el que controla el poder del Estado, con una conciencia muy clara de la libertad y de la democracia del pueblo. Pues eso destruyó el fujimorismo para imponer una mentalidad paternalista, de dádivas a los pobres, carentes de derechos ciudadanos, y del individualismo más ramplón para el cual ya no importaba la democracia y sus instituciones.
El post fujimorismo no reconstruyó la ciudadanía; peor aún, destruyó la confianza de los ciudadanos en el sistema político. Lo de Susana ahora último, y el caso de Alan García, ha terminado de destruir lo poco de confianza que había en los partidos, en los líderes y en los gobernantes.
La confianza, como sabemos es la piedra angular de un sistema democrático. Destruida esta, ya no queda sino encontrar, aunque sea cinco justos.( Por Víctor Caballero – Otra Mirada.pe)
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