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Cuando mi padre falleció me dejó como recuerdo un sombrero de capitán. Esas que se suelen usar durante la misa de cruces en las fiestas del carnaval.
Recuerdo, como si fuera ayer, el colorido y la gracia de quienes ejecutan esta danza, visten con dos bandas entrelazadas en sus pechos y baten pañuelos multicolores. Giran y hacen piruetas con sus enigmáticos lentes oscuros. Hay quienes sostienen que se debe a una danza que busca ridiculizar a los soldados españoles quienes no entendían la mezcla de la cultura autóctona con la peninsular.
Han pasado más de quinientos años sigue vigente el sincretismo de la cultura andina con la española en las festividades como el carnaval. Del Pucllay al carnaval cristiano se han ido mimetizando sus elementos para dar paso a una nueva manifestación cultural, la misa de cruces.
Las cruces del carnaval huaracino
Muchos de los estudiosos resaltan el carácter festivo de la cruz cristiana, mayormente, asociada a la pasión y muerte de Cristo con una actividad de alegría. Aquí la fusión de la adoración a la cruz del sur, las huacas, las pakarinas y los apus han cedido a la procesión de las cruces como los nuevos dioses tutelares de las comunidades campesinas.
La misa de cruces es una estampa llena de colorido, religiosidad, devoción y, sobre todo, mucha alegría; donde se confunden la gente del campo y la ciudad.
Fue durante la década de los 90 cuando el obispado de Huaraz a cargo de Monseñor José Eduardo Velásquez Tarazona decide cambiar la fecha de la misa de cruces llevado por el deseo de evitar algunas acciones consideradas profanas con relación a la festividad de la Santa Cruz con respecto a los carnavales.
Es así que se determinó adelantar la misa de cruces una semana antes del inicio de las actividades del carnaval huaracino como una forma de separar lo religioso de lo profano.
Costumbres y tradiciones
Pese a esta prohibición, la población, si bien ha acatado esta decisión, sin embargo, mantiene sus costumbres de trasladar las cruces ya sea de las estancias, comunidades o caseríos hacia la iglesia del Espíritu Santo en el barrio de San Francisco o también a la iglesia matriz del Señor de la Soledad.
En este lugar, desde hace tres años aproximadamente, el sacerdote de la iglesia realiza la misa en los exteriores de la parroquia en medio de un intenso y sofocante sol.
Pese a todo, la población mantiene en pie su religiosidad popular cargando las cruces del campo hechas en base a Machitu, Weclla y purpurina los cuales le dan un colorido junto a las decoraciones de pájaros, mariposas y angelitos.
Desde lo más alto de la Cordillera Blanca y Negra “bajan” las enormes cruces de aproximadamente cuatro a cinco metros de altura. Estas cruces tienen un “alma” de madera que es revestida por carrizo a modo de armazón el cual sostiene el fino decorado del Máchitu y la Weclla coloreada por el platino de la Purpurina.
Días antes los mayordomos visten la cruz renovando cada uno de sus elementos para darle un colorido especial con el empleo de plantas silvestres de la Cordillera. Ellas se diferencias por contar con elementos y símbolos de la pasión de Jesucristo además de estar bordadas por una fina tela de pana seguido de lentejuelas, mostacillas con hilos de oro y plata.
Estas cruces son veladas en las casas de los mayordomos quienes atienden con sumo esmero a los asistentes con ponches, caliche así como comilonas en base al cuy y el trigo pelado.
Más que los carnavalones y el corso de las reinas de belleza pienso que lo auténtico del carnaval es la fiesta de cruces los cuales se inician una semana antes y culminan con el tradicional encuentro de cruces en medio de serpentinas, talco y chorros de agua a doquier.
Las cruces provienen de los cuatro puntos cardinales como garantía de la protección y custodia de la ciudad de Huaraz ante los desastres naturales y luego retornan “bailando” en manos de sus feligreses quienes los retornan hasta el próximo año.
Desde lo más alto de la Cordillera Blanca y Negra, al pie de las quebradas y lagunas ahí están las cruces que año tras año “bajan” a la ciudad para escuchar misa y saciar la sed de fe y religiosidad de un pueblo mestizo cuya fe se regocija al compás de la caja flauta, las bandas de músicos así como los conjuntos de arpa y clarinete con la marcha de los capitanes batiendo sus pañuelos en son de duelo y desafío.
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